06 octubre 2006

Tlaltelolco (Lugar de montículo de tierra).....

de Miguel Ramos

De acuerdo con los relatos de las antiguas crónicas históricas, Tlatelolco fue fundada en 1338 D.C., trece años después de México-Tenochtitlan, por un grupo de mexicas descontentos por la distribución de las chinampas de la recién fundada capital de los aztecas. Se convirtió en una especie de Ciudad Satélite de México-Tenochtitlan, conservando una relativa independencia interna. Los tlatelolcas, cuidando sus propios intereses, buscaron la protección de Tezózomoc, el señor de los tepanecas de Azcapotzalco, de tal manera que su primer tlatoani fue un hijo de aquel gobernante. Tlatelolco se expandió militar y comercialmente de forma independiente a Tenochtitlan, hasta que fué conquistada por Axayácatl, quien eliminó al último tlatoani tlatelolca, Moquíhuix. La nueva ciudad se dedicó fundamentalmente al comercio de ahí el no menos afamado mercado indígena más notable de su tiempo y el más importante de Mesoamérica, mencionado en libros e inmortalizado en museos. Todos los días más de treinta mil nativos se reunían para intercambiar sus productos. El conjunto del mercado se constituía por un gran espacio al aire libre (el padre del tianguis, ahora sobre ruedas), a manera de patio, rodeado de habitaciones que servían de bodegas. Los vendedores ofrecían sus productos a los compradores, que los adquirían mediante el trueque directo con otros productos. La moneda, el cacao, las hachuelas o el cobre.
Un poco de historia no daña a nadie sobre todo porque Tlatelolco no es representativa tan solo por los acontecimientos del 2 de Octubre, ni por sus archivos, ni por las crónicas del relato conmemorativo que como cada año y a razón del 38 aniversario puede empezar así: …..“El mitin se inició a las 17:30 y empezó a ser dispersado a las 18:10. Una luz de bengala, lanzada desde la torre del templo de Santiago, originó todo. No se sabe cómo quizá era una señal: tal vez, causó una confusión. Un mar de gente corriendo alarmados, aterrados, constituido no solo por estudiantes sino por mujeres y niños de diferentes edades que creían en algo, en un cambio que se había extendido después de jornadas históricas y hechos determinantes como el pleito entre la Voca 2 y la Prepa Ochotorena el 22 de Julio de 1968, punto de partida del movimiento, las manifestaciones con salidas de CU o Antropología, la creación de los 6 puntos del famoso pliego petitorio que no era sino una declaración expresa en contra de las instituciones del gobierno, la marcha del silencio del 13 de Septiembre encabezada por Javier Barros Sierra, La ocupación de CU por parte del ejército el 18 de Septiembre o el enfrentamiento de fuerzas armadas y estudiantes del IPN en el Casco de Santo Tomás el 23 del mismo. Mientras ocurría el tiroteo, todos los integrantes del Consejo Nacional de Huelga fueron detenidos, entre los varios centenares que fueron llevados al Campo Militar Número Uno, algunos parece que ya lo sabían y simplemente cumplieron su parte en la dramatización. Mucha gente quería salir de los edificios, otros querían entrar. La confusión era general. Muchos se tiraban al pavimento, se retorcían, habían sido alcanzados por las balas. Había mujeres histéricas, hombres que gritaban, niños que lloraban, gente de guantes blancos, apostados en varios puntos del sitio. El tiroteo continuaba. El ruido de los tanques ensordecía como el basukazo al Chihuahua, gente desnuda bajo la lluvia, zapatos regados por la plaza, golpes, cateos, como si los mexicas en su tiempo hubieran sitiado a los tlatelolcas, a partir de ese momento, los disparos surgían por todos lados: lo mismo de lo alto de un edificio de la Unidad Tlatelolco, que de la calle donde las fuerzas militares, en tanques ligeros y vehículos blindados, lanzaban ráfagas de ametralladora casi ininterrumpidamente, gentes escondidas en arbustos, bajo los carros esperando la grieta milagrosa para salir corriendo por cualquier rendija, el gas lacrimógeno hacia llorar, por supuesto, el cielo iluminado como preámbulo a la imagen dantesca de una represión incomprendida por muchos, como aria de ópera en extásis de muerte. Las crónicas publicadas en los periódicos nacionales un día después de la masacre difirieron en tendencias e incluso en cifras acerca de muertos y heridos nunca se ha podido establecer el número preciso de ellos, ni cuáles fueron los verdaderos hechos, por diferentes puntos de vista e intereses, solo a los dueños de las crónicas les pertenece el verdadero secreto de lo que oyeron, de lo que vieron y porque no de lo que callaron. Si te paras en medio de la plaza parece que se le viene encima a uno, y aunque me muero de ganas por intentarlo simplemente no me atrevo, supongo que el eco del tiempo te hace escuchar los discursos, las ráfagas, los gritos, o la verbena del mercado con el “…..¿nequi cohua tlaxcalli, tamalli, chilli?.....” (¿quiere comprar tortilla, tamal y chile?).
    
Tlatelolco fue el último foco de resistencia de los mexicas ante la invasión española. Fue el lugar al que se replegaron los guerreros mexicas oponiendo una feroz resistencia que duró casi dos meses, hasta que Cuauhtémoc fue capturado, cualquier similitud con la realidad es mera coincidencia…..

Registro de Autor : 03-2006-031713105000-01